Un tiempo de decadencia moral
Ciertamente nuestro plan de acción ha cambiado notablemente con los años. Esta revisión se debe a los inmensos y significativos cambios sociales que han tenido lugar en estas dos últimas décadas. No solamente la sociedad ha cambiado de posición, sino que lo ha hecho de forma radical y a una velocidad sin precedentes. No hace mucho tiempo, la Biblia contaba con el respeto de un largo porcentaje de la población inconversa. Hoy día esto es historia pasada y debemos empezar nuestro enfoque sobre una base muy diferente si queremos comunicar algo a una nación influenciada por el ateísmo y bombardeada por el paganismo.
Una era post-cristiana
Se ha dicho que vivimos en una era post-cristiana. Solo puedo estar de acuerdo con el epíteto, pues ciertamente ya no estamos relacionándonos de forma general con cristianos nominales. El código ético aceptado ha ido a la deriva, lejos de toda fuente de luz y continúa así. Consecuentemente el evangelio debe cruzar una colosal distancia para alcanzar el corazón y la mente de la gente común.
Así pues ¿qué significa esto en la práctica? Significa que se necesita más esfuerzo y tiempo para causar algún tipo de impacto en el público en general. Decir que el Espíritu de Dios puede atajar estos cambios sociales en un abrir y cerrar de ojos y que las oraciones pueden llegar al cielo antes que un rayo, ofrece poca ayuda. Los árboles aún necesitan ser talados, el suelo arado y la semilla sembrada. En resumidas cuentas, poco se puede hacer en unas pocas semanas cuando el bosque está mezclado con una maleza de zarzas y espinos. Y te garantizo, espiritualmente hablando, hay mucha tierra salvaje en España donde nunca ha entrado un hacha, mucho menos un arado. Si la evangelización era una lucha cuesta arriba hace treinta años, se ha convertido en un desafío pared arriba que exige paciencia y resistencia.
Donde la Palabra no ha sido predicada
Otro factor que nos ha obligado a cambiar nuestra estrategia es el hecho que en el pasado nuestras campañas evangelísticas se llevaban a cabo en pueblos y ciudades donde había, al menos, una iglesia evangélica. Pero desde 1981 empezamos a hacer campañas en poblaciones sin testimonio evangélico. En aquél tiempo se hacía de manera excepcional, pero con el pasar de los años el Señor empezó a dirigir nuestros pasos en territorios vírgenes de forma más regular.
Estos nuevos y frecuentes casos nos confrontaron con una nueva realidad: “¿Quién cuidará de los nuevos creyentes?” Tras mucha consideración se decidió permanecer en la misma provincia por un periodo más largo de tiempo, esto es, en la vecindad de los nuevos convertidos. Este método también nos ha permitido volver a los mismos pueblos vez tras vez. Esto no solo está siendo beneficioso para los nuevos creyentes, pero también necesario para profundizar nuestra relación con los nuevos contactos y continuar el trabajo que empezamos en anteriores campañas. Porque, como mencioné anteriormente, ahora se necesita más esfuerzo y tiempo para tener cualquier tipo de impacto en el público en general.
Con estas nuevas realidades en mente hemos empezado a regresar a los mismos municipios una y otra vez llevando a cabo hasta cinco campañas en la misma localidad en un espacio de diez años. Este nuevo plan de acción ha probado ser muy eficiente desde el principio. En esas comunidades hemos pasado de ser un mero grupo de raros desconocidos a un grupo de gente en que se puede confiar. Ahora nos invitan a las casas, nos abordan en las calles, se acercan para pedir consejo, etc.
Un ejemplo
En la provincia de Huelva, por ejemplo, casi todos los alcaldes nos conocen personalmente y bien. Algunos de ellos nos han dicho que las puertas de la ciudad están bien abiertas para que regresemos cada vez que queramos. En algunos casos, no solo nos reciben sino que nos asisten. Por ejemplo en la Palma del Condado, el alcalde ofreció un trabajo a un nuevo convertido, pagó la factura de luz y agua de su familia y fue a visitarlo a su casa. En otro pueblo llamado Puebla de Guzmán el alcalde nos dijo que sabía acerca de las buenas obras que habíamos hecho en su población y que era una pena que nos marchásemos tan pronto. Una cosa es cierta, el esfuerzo que hemos investido en estos territorios está siendo amortizado y la tierna hierba está creciendo en los campos.
En comunión con los hermanos
Esta nueva forma de trabajar no significa que evitamos ir a las ciudades donde hay iglesias evangélicas. Las campañas se llevan a cabo en estas ciudades también y somos bien conocidos por la fraternidad. A menudo nos invitan a predicar en sus comunidades y la práctica es recíproca.
En esta clase de trabajo pionero uno debe ceñir su mente para una inversión a largo plazo y mantener el ritmo sin importar cuales puedan ser las apariencias. La primera fase es particularmente difícil, pero debe ser bien hecha y sustentada con constantes y subsecuentes esfuerzos. Esto es lo que intentamos hacer, contando con Su maravillosa gracia y las oraciones y el apoyo de los hermanos.